Sobre-mi

Dra. Inmaculada Guardia

Sobre cómo llegué a dedicarme a la ortodoncia.

Empastes, endodoncias, limpiezas… al terminar la carrera repetía todos estos y más tratamientos hasta la saciedad… pero sentía que necesitaba algo más.

En el devenir de bocas que pasaban entre mis manos diariamente, descubrí que la madre naturaleza no siempre andaba acertaba en sus decisiones. Observé  que a veces dotaba a niños de maxilares pequeños con dientes enormes, dando como resultado apiñamientos estrepitosos. Otras veces hacía lo contrario, ponía dientes demasiado chicos, dejando unos huecos negros enormes al sonreír. Incluso esta madre natura a veces se despistaba tanto que ponía en una misma cara mandíbulas muy pequeñas con maxilares enormes y al revés haciendo que el individuo que, -desafortunadamente sufría tal despiste,- luciera un perfil facial poco agraciado, con dificultades masticatorias y del habla a veces bastante notorias.

Así fue como estas bocas con maloclusiones llamaron mi atención de tal modo, que se me empezaron a parecer sudokus bucales que había que resolver. ¡Y me enganché a esto de hacer que huesos y dientes recobraran su armonía al masticar! La gente en mis manos comenzó a ser más guapa,  mostraba más confianza al sonreír y comían sin dificultad.  De ahí nació mi pasión por la ortodoncia…. hasta hoy.